Sputnik, mi amor. De Haruki Murakami. Crítica.

Llevaba un tiempo en mi estanteria y me llamaba constantemente a su lectura. Murakami tiene como una especie de imán que me atrae hasta leerme sus libros en días, horas.

SPUTNIK, MI AMOR

Haruki Murakami

Tusquets Editores

Sputnik, mi amor es la historia de la cotidianeidad de Japón, la historia de las vidas que allí habitan. Nos encontramos con un narrador en primera persona que se hace llamar K. y que vive enamorado de Sumire, una chica muy especial que quiere ser escritora. Ésta conocerá a Myû, una mujer casada por la que siente una extraordinaria admiración. Juntas van a emprender un viaje por Europa que les llevará hasta una pequeña isla griega.

Los personajes, como siempre en Murakami, nos muestran su faceta más íntima. Nos enamoramos de ellos. Son tan especiales al paladar de la lectura que nos hacen querer degustarlos una y otra vez. Así es este autor un chef de esta cocina, de su cocina literaria.

No falta en todo el relato elementos ya característicos de Murakami como son los gatos o la preferencia por personajes femeninos que tienen algo especial tal y como ocurre en Tokio Blues. En esta ocasión, la historia que nos cuenta alcanza la belleza en sentido estricto. La vida de Sumire a través de los ojos de K. es poesía pura, son los ojos de un enamorado no correspondido pero que no ha abandonado su amor sino que experimenta ese sentimiento un nivel más allá. Y Sumire experimentará el dolor de no ser amada por Myû. Se va ir configurando poco a poco la historia de un triangulo amoroso que no tiene reciprocidad.

Como siempre, Murakami sorprende. Me hace degustar cada una de sus letras. Inspirar profundamente y sentirte realizada con la lectura es un sentimiento que pocos autores o autoras son capaces de llevar a cabo. Es díficil de expresar y solamente áquel que lo ha sentido puede corroborarlo.

Una lectura deliciosa con tintes de Tokio Blues y una fusión de Europa y Asia en una sola obra.

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