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lunes, 21 de mayo de 2012

Como una novela. Daniel Pennac. Crítica.

Pennac, Pennac, Pennac.. todo el rato oyendo hablar de este señor francés profesor de literatura y no había leído nada de él. Quería haberme leído Mal de Escuela pero en el camino se cruzó Como una novela, un ensayo en el que el placer de la lectura debe ser solo eso, placer.


COMO UNA NOVELA
Daniel Pennac
Anagrama. Colección Argumentos.

Fruto de su propia experiencia como profesor surge esta obra que trata de relatarnos cómo surge el leer y porqué en determinados momentos de nuestra vida, el leer se pierde. No es un libro sobre consejos para que tus hijos lean mejor, ni para ser mejor profesor de literatura, ni siquiera es un libro técnico sobre la lectura y sus variantes, sino que es un libro que explora toda la vida de un lector: cuando empiezas a aprender a leer, cuando descubres grandes novelas y cuando las responsabilidades de la vida diaria te quitan ese tiempo tan preciado que le has dedicado al leer. 

Lo que más me ha gustado de esta obra es la forma en la que está escrita, diferente de otros ensayos, con capítulos cortos pero cargados de contenidos y directos. También, la parte final en la que Pennac relata los derechos del lector, que son: derecho a no leer, a saltarse páginas, a no terminar un libro, a releer, a leer cualquier cosa, al bovarismo, a leer en cualquier sitio, a hojear, a leer en voz alta y a callarnos. 

El libro, dicho coloquialmente, no deja títere con cabeza y es una crítica, una forma de denuncia contra los sistemas pedagógicos que no hacen que el niño/adolescente lea; contra la pérdida de la lectura en voz alta; contra el veloz mundo en el que vivimos, e incluso, contra algunas novelas que hay que leer porque hay que leerlas y para comprender mucho mejor otras que están en un nivel superior, dejándose invadir por ellas.

Se lee enseguida y se aprenden muchas cosas sobre este oficio: el de leer. Pues como bien dice Pennac, leer no admite el imperativo, y eso lo sabemos los que nos consideramos lectores.

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lunes, 7 de mayo de 2012

La conjura de los necios. John Kennedy Toole. Crítica.

Cuando vi este libro en un stand de libros de segunda mano en el metro me dije a mí misma: Tengo que leer este libro. Y así he hecho. No me arrepiento en absoluto.


LA CONJURA DE LOS NECIOS
John Kennedy Toole
Editorial Anagrama


Cuando en el mundo aparece un verdadero genio, puede identificársele por este signo: todos los necios conjuran contra él. 
Jonathan Swift

A esta frase del escritor satírico Jonathan Swift (al cual le debemos Los viajes de Gulliver), le debe el título este libro de John Kennedy Toole, un autor que se suicidó cuando tan solo contaba con 32 años y sin ver su obra publicada. Años más tarde se publicaría y sería alabada por la crítica ganando el Premio Pullitzer. ¿Porqué tantos halagos? Pues porque este libro es una obra maestra fruto de un genio.

Ignatius Reilly es el protagonista de nuestra historia, un señor entrado en carnes y con un gran bigote que todavía vive con su madre. Lleva siempre una gorra de cazador y ropas extrañas, que le hacen ser tomado por sospechoso más de una vez. Y de esa manera exactamente comienza el libro, Ignatius es tomado por sospechoso por un policia y para esconderse de éste, su madre y él se refugian en el Noche de Alegría, un bar del Barrio Francés de Nueva Orleans que esconde algo. Poco después, los dos se estrellan contra una casa a la cual tendrán que pagar los desperfectos, sin embargo, con el sueldo de la madre no tendrán suficiente e Ignatius tendrá que ponerse a trabajar. Al principio, lo coge con desgana pero poco después se da cuenta de que puede montar una revolución a favor de un montón de causas. ¡¡Ah!! Y está el personaje de Myrna Mynkoff, su revolucionaria amiga de la universidad. 

De La conjura de los necios, como de la mayoría de los libros, no se puede contar demasiado, es mejor que se descubra esta inmensa crítica contra la sociedad. Los personajes que aparecen son todos una caricatura grotesca y satírica de los revolucionarios, de las vecinas cotillas, de los jefes "corruptos", de la policía inepta y, por supuesto, de la locura que puede invadir a un hombre.  Se dice que el mismo Ignatius Reilly podría ser un personaje casi autobiográfico pues el autor tuvo que pasar durante su corta muchas de las cosas que le pasan a este grandullón.

Ignatius Reilly podría ser perfectamente un Don Quijote moderno que confunde los molinos con gigantes.

El libro se describe solo. Grandes dosis de humor y de sátira reunidos en una obra maestra del siglo XX

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